La educación de los menores en las nuevas tecnologías es un imperativo en este siglo XXI. Imagen de Julia M. Cameron descargada libre de licencia en pexels.com

Cuando hablamos de infancia, y más desde entidades como la nuestra o nuestros asociados, solemos hacer hincapié en las carencias que detectamos en los menores. Generalmente en elementos tangibles como el hogar, el alimento, ropa… pero también intangibles como el amor, el maltrato, la exclusión social, etc. Por supuesto, también dedicamos atención a la educación.

Es una obviedad que la pandemia ha revelado la brecha socioeconómica de este país en materia educativa como compartimos en esta entrada. Hemos defendido, defendemos, y defenderemos el derecho de todo menor a la educación como se indica en el artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero en las últimas dos décadas se han producido cambios tecnológicos impensables en los últimos años del siglo XX que nos hacer cuestionarnos muchos paradigmas educativos, porque, ¿estamos dando a nuestros menores una correcta educación digital?.

Este es el punto que queremos traer hoy a debate con este artículo publicado hace unos días en ElPaís.com y que compartimos con todos vosotros y nuestras entidades colaboradoras.

En este reportaje se manejan varios aspectos interesantes que os animamos a leer y, sobre todo, reflexionar y debatir sobre ellos. Uno de los más interesantes, a nuestro modo de ver, es la dicotomía que se establece entre la negligencia educativa o la tecnofobia, es decir, entre dejar hacer a los menores sin inmiscuirse o restringir todo lo posible (incluso absolutamente) el acceso a las nuevas tecnologías como abogan, paradójicamente, muchos gurús de Silicon Valley, donde se radican la mayoría de las grandes empresas tecnológicas.

Las generaciones Z y Alfa son lo que Prensky denominó, “nativos digitales” hace más de 25 años. Lo que nos indica que este no es un debate nuevo. Pero eso no implica que no sea necesario abordarlo, puesto que hacemos reformas educativas casi con cada cambio de gobierno, ¿no sería necesario abordar la educación tecno-afectiva en los menores?.

No es únicamente el riesgo de convertirnos en Homo Ludens (Johan Huizinga, 1938), es decir, perdernos en la parte lúdica, sino el de aprender a manejar, comprender y emplear las nuevas tecnologías que son una realidad cotidiana y una herramienta tanto laboral, como educativa y de tiempo de ocio muy importantes en este siglo XXI.

Eso es lo que queremos plantearos hoy, y para que podáis profundizar más, os dejamos el enlace a la noticia completa aquí. Os animamos a compartir vuestra opinión en redes sociales ;p